...Si critico allá donde vaya a su hijo por el ridículo y vulgar bodorrio que ha celebrado con Blanca Cuesta (y sí que cuesta, cuesta mirarte a la cara hija mia porque está el horror y después estás tú vestida de novia.)
Para aquéllos despistados del mundo de la actualidad, el pasado 11 de Octubre contrajeron matrimonio Borja Thyssen y Blanca Cuesta. Y si no era bastante gasto una boda, celebraron dos, con sus correspondientes banquetes, claro está. Ya que papá-thyssen me dejó muchos kilos de millones, habrá que gastarlos en algo, ¿no creen ustedes? Forrar las paredes, hacer papiroflexia, casarnos 12 veces... ya saben, esas cosas que hacemos todos cuando nos sobra el dinero.
Ese día, como cualquier otro, me disponía a acudir a mi sesión matutina de chocolaterapia cuando me vi sorprendida por una llamada a mi móvil de PRADA de última generación. Era mi querida amiga, la Baronesa Thyssen. Contesté y la noté algo agitada, muy nerviosa, algo que me chocó enormemente conociendo el carácter sosegado de la Baronesa. En aquel momento estuve segura de que si Tita (como le gusta que la llame) hubiese sido capaz, habría detenido la boda de igual forma que el teniente Tejero irrumpió en el Congreso hace ya 26 años, con pistola de por medio y todo.
Habría sido todo un bombazo y poder darlo en primicia aún más.
Me pidió que acudiera a "Villa Desafortunada" para que la acompañara y viésemos juntas la boda de su hijo que la retransmitían por televisión. La escena resultante es tremendamente exclusiva. La misma Baronesa y yo, sentadas en un sofá isabelino del siglo XV, comiendo pipas y kikos, viendo "por la tele" la boda de Borja, y ella, mientras tanto, soltando perlitas por esa boquita que Dios le ha dado. TODA UNA EXCLUSIVA para mi revista.
Que vaya pechos mal operados que tiene "Blanquita" (usa ese tono despectivo para referirse a su nuera), que en vez de un canalillo parece que tiene la M-50 entre los dos pechos; que ya le valía a Borja por llevar unos vaqueros (de PRADA, eso sí) a la boda civil; que si su nuera es una guarra por llevar un mini-vestido rojo de cabaretera barata a la fiesta de despedida; que si se ha gastado toda la fortuna de los Thyssen en comprarse trapitos horteras de mercadillos caros, que aunque caros, horrendos; que ya podía haber ido a un buen peluquero que le hubiese teñido las raíces para ese día porque vaya pelos que llevaba; que vaya modelito eligió la periodista Chelo García Cortés para ser la madrina, que más que madrina se parecía a la "prota" de "Se ha escrito un crimen", etc.
Yo no daba crédito a las palabras de Tita, estaba desbocada, arrasaba con todo lo que veía en ese espectáculo bochornoso donde se insultó al glamour, la elegancia y el estilo. Pero lo peor aún estaba por llegar. El momento en el que Blanca apareció vestida de novia, cual repollo andante se pasea por el campo.
He de decir que siento admiración por mi querido amigo y diseñador Manuel Mota (diseñador del vestido de Blanca en exclusiva para Pronovias) pero también he de confesar que no era el vestido más adecuado para esta pelagarta. Perdón, he querido decir, para Blanca.
En el momento en el que Tita vió a Blanca con ese vestido pomposo donde los haya, empezó a reirse a carcajada limpia, balbuceando algo así como "Me parto, me troncho". Y la verdad que la imagen no era para menos. Pudimos ver a una Blanquita con un estilismo pésimo, con un vestido horroroso y pomposo propio de "Sisi emperatriz", con unas joyas propias de las "tiendas de los chinos" y con un poco estilo luciendo el velo (que más que un velo parecía una mosquitera de chiringuito de playa) que era para echarse a llorar de pena.
Toda una ostentación... de mal gusto y ridículez.
Así que después de semejante escena, Tita apagó la televisión, emitió un suspiro (de España) y sugirió invitarme a comer con un buen "caldo" para ahogar las penas. Dicho y hecho. Nos montamos en mi Porsche y nos fuimos de "Villa Desafortunada" rumbo a la ciudad.
Aún quedaba mucho por criticar.